martes, 3 de noviembre de 2015

Propuesta Indecente (parte III)

El sonido de la puerta abriéndose sobresaltó a G.O y el corazón estuvo a punto de detenerse cuando divisó esa cabellera color vino tinto. Entraba sin hacer ruido, inclinándose a modo de agradecimiento a la persona que lo trajo y finalmente dándose vuelta para mirarlo. Se levantó de un salto. Una vez que estuvieron frente a frente, G.O pudo apreciar mejor las facciones del otro. Desde el cabello sedoso, la piel absolutamente clara, salvo debajo de los ojos, donde unas ojeras acompañaban esas hermosas orbes perfectamente adornadas por unas pestañas largas. Quería estirar la mano y tocarlas, pero eso sería apresurarse. Y él quería tomar con calma la situación, estudiar el ambiente antes de hacer un movimiento. El sonido de un carraspeo lo sacó de sus pensamientos.

- Así que tú eres el famoso cantante de baladas -.
- Podría decirse que sí – sonrió con falsa modestia - ¿Cómo te llamas? -.
- Yang Seungho – le extendió la mano como estaba acostumbrado cuando se encontraba con socios, simple etiqueta social.
- Entonces te gusta mi música – sonrió complacido mientras le estrechaba la mano.
- Hoy fue la primera vez que la escuché – dijo con sinceridad – pero investigué un poco antes de venir y me dieron referencias -.
- Fue una casualidad el que vinieras al show... - trataba de no sentirse decepcionado al respecto. Si al menos fuera un fan, todo sería un poco más sencillo. Se sentó.
- Me invitaron – se encogió de hombros mientras se ponía cómodo en una silla.
- Una persona muy interesada – recordó al joven que venía con él.
- Una cita -.
- ¿Romántica? -.
- Tal vez – respondió vagamente.
- La persona que te invitó estaba pensando en algo romántico, te lo puedo asegurar – se cruzó de brazos.
- ¿Por qué lo dices? - enarcó una ceja.
- Cada vez que hago un concierto íntimo como este, noto cierto comportamiento. A medida que va avanzando la noche, la distancia entre los ocupantes de cada mesa tiende a acortarse. Digamos que mis canciones generan predisposición a que la gente se sienta afectuosa – sonrió de lado.
- ¿Sucede muy a menudo? -.
- La mayoría de las veces. Las personas que invitan a alguien a verme, están pensando en obtener algo amoroso a cambio -.
- ¿Y cómo estás tan seguro? -.
- Cartas de fans agradecidos – respondió como si se tratara de una verdad universal. Buscó una botella de agua y tomó un sorbo. Estaba dando muchas vueltas para intentar averiguar el papel que jugaba el acompañante. Decidió ser más directo – Ahora me gustaría saber, ¿por qué aceptaste venir? -.
- ¿Por qué me dejaste una nota? - contraatacó.
- Un servicio especial para la mesa central – mintió.
- Entonces debí haber venido con mi cita – se levantó del asiento.
- Gracias por aclarar mi duda inicial -.
- ¿Cuál? - sonaba intrigado.
- Estabas teniendo una cita romántica – se levantó de su asiento –, no debí separarte de la persona con la que viniste -. Sea lo que sea que haya interpretado, resultó erróneo.
- No es eso – desvió la mirada y se mordió el labio pensativo. Si lo que decía era cierto, Thunder lo estaría esperando para cerrar otro tipo de negocio. Uno que no estaba seguro, las pérdidas podían ser mayores a las ganancias. Sintió una vibración en el bolsillo. Sacó el celular y se encontró con dos mensajes nuevos –. Aguarda un momento – le pidió mientras abría la bandeja de mensajes. El primero era de su padre, confirmando el trato. El segundo lo hizo fruncir el ceño. Thunder se excusaba porque debía cumplir con un compromiso pero lo esperaba en cierta dirección en un par de horas, para poder continuar con la cita. Sin perder un minuto se dispuso a buscarla, sólo para apretar el puño ¿Un hotel? ¿Era en serio? Miró al cantante que lo observaba curioso ¿Cuál de las dos propuestas debía tomar?
- ¿Ocurre algún problema? - preguntó G.O luego de ver al otro frunciendo el ceño.
- Nada – guardó el celular y lo miró – Mi cita acaba de irse - se encogió de hombros - Entonces, ¿cuál es el servicio especial que me gané por estar en esa mesa? -.
G.O lo miró sorprendido pero se recuperó casi al instante. Algo le decía que la suerte estaba por sonreírle. Se levantó de su asiento y fue derecho al hombre que lo miraba con curiosidad y un tinte de picardía. Seungho iba a tener el mejor recital al oído que podía proporcionar. Y si todo marchaba bien, su voz no iba a ser la única que alcanzara niveles insospechados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario