El Pacto (XXXIX)

Castillo de naipes

G.O tenía los ojos cerrados pero no podía dormir. El corazón le seguía latiendo fuertemente y sus sentimientos estaban más a flor de piel que nunca. Temblaba de la fuerza que estaba haciendo por evitar levantarse e ir a buscar a SeungHo y decirle que no importaba Thunder o la banda, sólo ellos. Se le caían algunas lágrimas por resistirse a ser egoísta por una vez en la vida y obtener lo que deseaba ¿Por qué tenía que pensar en todos antes que en sí mismo? ¿Por qué estaba dispuesto a sacrificar su felicidad? Se sentía estúpido por seguir al pie de la letra del pacto, tal vez si no lo respetaba en este momento estaría disfrutando de los besos del líder. Aunque si no fuera por ese tonto acuerdo él nunca se hubiera animado a confesarle sobre su sexualidad ¿Pero de qué le servía ahora? Si pudiera volver atrás elegiría no decir nada, mantener su amor oculto y sufriría menos. Sonrió amargamente. No importara lo que eligiera, terminaría igual. Después de todo, de qué servía saber ahora que SeungHo sentía algo por él cuando no podían estar juntos.

Thunder salió de la ducha y se iba vistiendo con prisa mientras observaba dormir plácidamente a L. A él también le hubiera gustado desplomarse en esa cama pero tenía que volver a la casa antes de las dos de la mañana y no quedaba mucho tiempo. Si Joon llegaba antes iba a tener problemas para justificar su ausencia, aunque había puesto unos almohadones en su cama, si alguien se acercaba mucho se daría cuenta. Le dio una última mirada a L y deseó no tener que recurrir más a él. Era cuestión de tiempo para que SeungHo se rindiera frente a todos sus intentos. Ya casi podía ver el momento en el que por fin lo tuviera entre sus brazos, ambos desnudos y haciendo el amor con pasión. Se lo había imaginado por tanto tiempo que tenía una lista mental de todas las cosas que quería experimentar con ese cuerpo tan sexualmente perfecto que tenía el líder. Lo había observado muchas veces bailar que no le quedaba duda que sería el amante ideal que siempre había buscado. Ya no tendría que recurrir a sustitutos, pronto tendría al objeto real de sus fantasías.
SeungHo miraba constantemente el reloj. Eran casi las dos de la mañana y no había rastro del visual maknae. Marcó por vigésima vez el número y obtuvo lo mismo, el maldito contestador. Estaba recostado en la cama de Joon pensando en cómo decirle que ya no quería estar más con él ¿Era conveniente que le confesara que estaba enamorado de G.O? ¿No sería un golpe muy duro? Supuso que aunque no se lo contara terminaría por enterarse, todos vivían por el momento en la casa y él ya no había sido muy discreto si hasta G.O se dio cuenta. Quería arreglar todo de una vez y poder estar con la persona que realmente quería. Era duro pensar que le rompería el corazón a alguien que siempre fue tan honesto y directo pero no era sano continuar con algo que estaba destinado al fracaso. Por mucho que quisiera al visual maknae, no era de la forma que el otro esperaba. Cerró los ojos por un rato. Cuando estaba a punto de quedarse dormido percibió una sombra y abrió los ojos para encontrar a un sorprendido Thunder.
- Hyung… - murmuró aturdido - ¿Qué haces aquí? -.
- Lo importante no es lo que estoy haciendo aquí – se sentó en la cama – sino por qué tú no estuviste durmiendo como habías dicho ¿Dónde estuviste? -.
- Eh… yo… - se rascaba la cabeza tratando de pensar.
- Dime – se levantó - ¿Por qué parece que tienes el pelo húmedo? -.
- Yo… - su mente iba a mil por hora y una idea se asomó – tenía ganas de comer helado.
- ¿Helado? – lo miró con sospecha - ¿A esta hora? ¿Y por qué tardaste tanto? Llevo como una hora esperándote.
- Ah… Es que fui a una heladería cerca de mi casa -.
- ¿Por qué fuiste tan lejos y a esta hora? – entrecerró los ojos.
- Me gusta mucho el helado de allí – fingió una sonrisa –.
- ¿Y por qué tienes el pelo húmedo? – se acercó para comprobarlo.
- Es que… cuando terminé de comer me di cuenta que era muy tarde y en cuanto me bajé del bus corrí hasta aquí -.
- Ya veo… ¿Y por qué no tomaste un taxi? No puedes andar a estas horas de la noche tomando un transporte público, Thunder, eres un idol. Si alguien te veía podría pensar que saliste a una cita. Y sabes que tenemos una imagen que mantener -.
- No te preocupes hyung, nadie me vio. Las calles estaban vacías -.
- No sé si eso me alivia o me preocupa – lo miró – si te llegaban a secuestrar nadie lo sabría… -.
- ¿Estabas tan preocupado por mí? – sonrió – me haces muy feliz – se acercó para darle un beso.
- Thunder – lo evitó.
- ¿Estás muy enojado? – hizo puchero - ¿Por eso no quieres besarme? Están todos durmiendo, no creo que alguien pueda vernos -.
- Estoy molesto porque no me avisaste que pensabas salir a tomar un helado ¿Qué pasaba si llegaba el manager y lo descubría? Me hubieras metido en un grave problema – se cruzó de brazos. Su responsabilidad como líder era lo que más orgullo le daba.
- Hyung, no te dije nada porque sabía que estabas ayudando a G.O hyung con las canciones. Yo me dedico a componer y sé que lo mejor es no molestar – miraba el piso mientras movía un pie.
- Thunder – le tomó la barbilla para que lo mire -, no importa lo ocupado que esté, siempre tienes que avisarme cuando sales. Soy responsable por ti -.
- ¿Porque estamos juntos? – sonrió pícaro - ¿Por eso te sientes responsable? -.
- Siempre he sido responsable por los cuatro – se alejó y volvió a sentarse en el colchón de Joon – Ahora quiero que te sientes – le señaló el otro colchón.
- ¿No me vas a dar un beso? – hizo un puchero - ¿Me estás castigando? -.
- No estás castigado Thunder – suspiró –, sólo quiero que te sientes. Necesitamos hablar -.
- ¿Qué pasa hyung? – se sentó frunciendo el ceño. Algo no estaba bien - ¿Por qué estás tan serio? -.
- Thunder, no sé muy bien cómo decirte esto. Lo estuve pensando mucho mientras esperaba que llegaras… -.
- ¿Qué quieres decirme? – sentía una puntada en el estómago por la preocupación.
- Yo…perdóname – se miró las manos, respiró profundo y levanto la vista – pero quiero terminar el período de prueba entre nosotros. No va a funcionar, descubrí que estoy enamorado de otra persona. Perdóname -.
- ¿Cómo? ¿De quién? – preguntó estupefacto. Se negaba a creerlo.
- De G.O – agachó la cabeza apenado. Era mejor responderle con toda sinceridad.
- ¿Qué? – y en ese momento todos los proyectos y todas sus ilusiones de fueron desplomando, esfumándose en el aire. Todo el invento del pacto, desde el primero hasta el último paso cayéndose en cámara lenta frente a sus ojos. Esto no podía estar pasando. G.O no podía haberle ganado, él lo había impedido. Él lo había sacado de la competencia. Su plan perfecto no podía haberse destruido.