Capítulo I: Torre Norte, Rutina.
Mir se levantó a las siete y media de la mañana, como cada día
desde que llegó al complejo. Se bebió su primera taza de café que lo
despertaría para comenzar su día. A las ocho y con su corbata recién anudada,
sonó el timbre. Se apuró a tomar el saco de la silla y fue casi corriendo a la
puerta.
- Buenos días Mir – sonrió Thunder mientras le daba un
vistazo a la ropa de su amigo –. Creo que está todo en orden -.
- Thunder – lo miró –. Puedo decir lo mismo de ti – se quedó
pensando –. No recuerdo haber visto esa corbata antes, ¿es nueva? –.
- Una de las chicas del jefe se la regaló a él y en cuanto
se fue me llamó para dármela – suspiró – ¿Es muy fea? – preguntó curioso.
- Más bien diría que es costosa – entrecerró los ojos
mientras trataba de calcular el precio – Me pregunto por qué siempre se deshace
de las cosas que le regalan…-.
- Simple – sonrió Thunder – sabe que son regalos de
cortesía, probablemente hayan sido comprados por algún asistente. Así son las
hijas de los hombres de poder – se encogió de hombros mientras iba caminando
hacia el ascensor – Vienen invitadas por la empresa, están un par de días,
conocen al jefe, tratan de seducirlo con regalos y luego se van cuando no lo
consiguen -.
- Y los regalos siempre caen en tus manos… - lo miró
mientras trataba de seguirle el paso.
- A veces sí, a veces no. Hay ocasiones en las que el jefe
me dice que lo sortee entre las personas de nuestro piso y eso hago. Son
reuniones muy divertidas -.
- Una lástima que no trabaje en tu piso – hizo puchero Mir
mientras entraba al ascensor.
- Te prometo que si vuelvo a recibir una corbata, la
guardaré para ti -.
- Gracias – sonrió.
Cuando llegaron al edificio central, Mir saludó a su amigo
mientras se encaminaba al piso de las oficinas administrativas. Tenía otro día
por delante, sólo esperaba no tener que correr por todo el complejo. Se sentó
en su cubículo y comenzó a leer todo lo que tenía agendado. A las tres de la
tarde tenía que ir a buscar un informe sobre seguridad informática y datos de
reservas hechas vía Internet. Era la primera vez que iba a visitar ese piso
desde que llegó. Había escuchado rumores sobre el jefe del área IT, que había
llegado al mismo tiempo que él, y ninguno era bueno. Que ningún pasante duraba
más de una semana y que era sumamente exigente. Incluso los empleados tenían
que estar las veinticuatro horas disponibles y localizables porque cualquier
falla que no se corrigiera a tiempo representaría una pérdida millonaria a la
empresa. No sabía si sentir miedo o tener expectativas. Finalmente iba a poder
ver los números que hacía la facilidad de hacer una venta online de paquetes
turísticos. Revisó los demás horarios y todo se trataba de lugares que ya había
ido. En lo que se refería al edificio central, no quedaban muchos lugares que
no conociera. Incluso gracias al Supervisor, jefe de Thunder, tuvo la oportunidad
de conocer el Playroom, las piscinas exteriores, el restaurant coreano Cheonjee
y el Casino. Quedaban varios lugares más para recorrer y él, aunque fuera
pasante, podía usar las instalaciones que quisiera. Habían cosas fuera de
discusión, como el Casino, que no quería pisar salvo que sea por trabajo y el
restaurant japonés que según había escuchado por Thunder, manejaba unos precios
que le impedía pensar en ir no más que una vez en todo el verano. Sacudió la
cabeza mientras se levantaba de la silla e iba a su primer misión. Lo único que
se le ocurría luego de tantas horas trabajando, era sentarse en su adorada
cocina y contemplar a su vecino de la Torre
Sur. No encontraba otro lugar mejor que ese para estar en
todo el complejo. Tal vez algún día se sincere con su único amigo en este lugar
y le pida ayuda o apoyo para tratar de encontrar el lugar donde trabaja.
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