martes, 9 de julio de 2013

La Galería (II)

Capítulo II

Mir pasó sólo una hora con Thunder y deseó que fuera más tiempo. Si no hubiera sido porque debía llevar el conejo al cliente de Jeju, ahora estaría yendo a cenar con él en algún lugar cerca de la Galería. Era una fortuna que el tráfico no estuviera malo y llegara a las nueve y quince minutos al hotel. Fue hasta el lobby y se anunció, la recepcionista le dijo al momento que la persona lo estaba esperando. Suspiró de alivio. Al menos el cliente había dejado un aviso de su llegada. Llegó hasta el piso once y fue hasta la puerta de la habitación. Golpeó.
- Buenas noches – sonrió.
- Buenas noches, señor – se inclinó levemente.
- Joon – lo corrigió – prefiero que me digas Joon -.
- Perdón – le extendió el paquete – Aquí tiene la obra -.
- Gracias – lo tomó.
- Disculpe por venir tan tarde – se inclinó –. Espero que la disfrute. Nos vemos – se dio vuelta.
- Espera -.
- ¿Sí? – volteó a mirarlo.
- ¿No quieres quedarte a cenar? -.
- No hace falta -.
- No digas eso – sonrió –. Además, me siento mal por haberte pedido que trabajes horas extras sólo para poder traerme la obra. Déjame compensarte por ocasionarte problemas -.
- No es necesario -.
- Insisto -.
- Bueno – miró el reloj –, supongo que ya es tarde para cocinar -.
- Adelante – se corrió de la puerta para dejarlo pasar.
La cena transcurría amenamente. Mir observaba a su cliente, se podía decir que estaba más relajado y sin querer él mismo comenzaba a aflojarse la corbata. A esa altura de la noche ya debía sentirse cansado pero lo entusiasmaba poder hablar con otras personas (que no fueran sus compañeros de trabajo) sobre arte. Comenzaba a preguntarse cómo alguien tan interesante como Joon no tenía una novia. Quizá tenía varias, pensó maliciosamente. Lo vio atender la puerta cuando llegaba al postre y varias ideas más atravesaron su mente al observarlo de cuerpo entero. Podría tener novias y… novios. Él mismo se sentía ligeramente atraído y los hombres no eran su campo de interés. Pero si era con Joon, lo pensaría.
- Mir… Mir – lo llamó Joon estando frente a él.
- ¿Sí? – se sorprendió al encontrarlo tan cerca.
- Te decía que aquí tienes tu postre – le puso el plato delante - ¿En qué estabas pensando? -.
- E-en nada – se sonrojó levemente.
- Seguramente en alguna travesura – sonrió de lado.
- N-no – murmuró mientras comía una cucharada de helado y se le iluminó  el rostro, era el helado más rico que había probado.
- ¿Te gusta? – preguntó Joon.
- Es muy rico, me preguntó dónde lo comprarán – se quedó pensando con la cuchara en la mano.
- ¿Tanto te gusta? – comió una cucharada del suyo.
- Me encantan los helados. Siempre que puedo compro antes de ir a mi casa. Encontré un lugar que tiene los más ricos de la ciudad. Pero este – lo señaló – es muy bueno también -.
- Puede que sea de fabricación propia – aventuró Joon.
- Es posible pero no creo que sea probable, hay muy pocos hoteles que tienen ese tipo de cosas -.
- Supongo que debes saber más que yo – se encogió de hombros.
- Puede ser – sonrió contento y luego miró el helado de Joon.
- ¿Quieres probar el mío? – bromeó Joon mientras tomaba una cucharada y se la extendía.
- Gracias – se acercó Mir sin pensar en lo que estaba haciendo y tomó lo que le ofrecía. Cuando se dio cuenta que acababa de aceptar que Joon le diera de comer se puso como un tomate y bajó la vista avergonzado.
- ¿Qué ocurre Mir? – se divertía Joon - ¿No te gustó? -.
- Eh…yo… - tomó una cucharada de su propio postre y la comió para evitar responder.
- Yo también quiero probar – se levantó de la silla y se acercó a Mir esperando que éste le diera de su helado.
Mir se dio vuelta para tomar un bocado y al darse vuelta se sorprendió al encontrarse con la cara de Joon demasiado cerca, soltó la cuchara cuando éste tomó su muñeca y lo acercó más. Podía sentir la respiración del mayor en su cara y cerró los ojos. No tuvo que esperar ni un segundo cuando unos labios tocaron los suyos y se rindió, dejando que el otro saboree el helado que acababa de comer. Tímidamente fue correspondiendo y rodeando con sus manos el cuello de Joon. Sintió que unas manos rodeaban su cintura y lo instaban a levantarse de su asiento. Su cuerpo se movió por su cuenta, pegándose y disfrutando el calor que emanaba el otro, siendo arrastrado torpemente. Tuvo un segundo para dudar sobre lo que estaba haciendo hasta que su espalda chocó con la cama. Si quería huir ya era tarde, Joon ya estaba encima, quitándole el aliento con un beso lleno de pasión y lujuria contenida. En un parpadeo estaba sin ropa, siendo admirado por una persona que desnudo era más perfecto que la estatua de Adonis. Se tapó la cara con las manos ocultando la vergüenza que sentía en ese momento. Que alguien lo viera así, él que no tenía un cuerpo especial, nada digno de esculpir. Casi esperaba que Joon se arrepintiera y no lo culparía, la diferencia era abismal. Soltó un gemido cuando sintió algo húmedo en la clavícula y abrió los ojos para encontrarse con Joon ahora mordiendo esa zona y bajando lentamente por su cuerpo. Con un poco de coraje comenzó a acariciarle los costados, sintiendo con la yema de los dedos los músculos tensarse con su toque. Era cálido y suave a comparación de las esculturas. Un cosquilleo lo hizo abrir los ojos y encontrarse con la miraba traviesa de Joon lamiendo el ombligo y bajando con una lentitud desesperante a la zona que más anticipaba y temía. Volvió a arquearse al sentir una mano masajear su miembro y dejó escapar un gemido alto cuando la lengua hizo contacto con su punta. Oleadas de placer recorrían su cuerpo mientras era torturado de la manera más deliciosa por la habilidosa boca de Joon que se movía dejándolo con la respiración entrecortada y la agonía de saber que cada vez estaba más cerca de llegar a un punto sin saber qué esperar. Y entonces ocurrió. Todo su cuerpo se tensó y su mente estalló en mil pedazos mientras que de sus labios sólo salía la palabra  “Joon” repetidamente. Abrió los ojos y se encontró frente a frente con ese rostro perfecto y no dudó en besarlo con desesperación. Lo apretaba cada vez más contra su cuerpo, rozándose impacientemente, buscando esa sensación que lo invadió instantes atrás. Joon se separó para abrirle las piernas y comenzar a lamer los dedos de forma provocativa logrando que él deseara que esos movimientos los haga en otra parte de su cuerpo que pedía atención a gritos. Fue nuevamente besado hasta que separó al darse cuenta que un dedo estaba tratando de hacerse espacio en su interior y se removía molesto. Joon mordió y lamió el lóbulo de la oreja y parte del cuello mientras le susurraba al oído lo excitante que era escucharlo gemir su nombre. Era tan abrumadora la presencia de Joon en todo su cuerpo que casi ni sintió el tercer dedo tratando de ensanchar su virginal entrada. Tembló de anticipación cuando los retiró y ahogó un grito cuando fue penetrado por primera vez. Estaba más allá de la sensación de plenitud que no pudo evitar soltar unas lágrimas por la incomodidad. Fue recibiendo besos alrededor de la cara y lo calmaron hasta que se movió para intentar mejorar la situación y así lo hizo Joon, dejando su cuerpo suavemente y volviendo a entrar de la misma forma hasta que la incomodidad pasó y fue necesitando más y más. Tomó las caderas de Joon y fue suplicando que aumentara la velocidad. Podía sentir que estaba cada vez más cerca y trató de enfocar la vista, siendo recibido por la imagen de un sudoroso Joon, mordiéndose los labios y con los ojos cerrados, completamente absorbido por el placer. Verlo así hizo que su propio placer se duplicara y se encontró en la cima de su clímax, siendo arrastrado sin control en un orgasmo que amenazaba con incendiar su cuerpo. Escuchó al mismo tiempo gritar a Joon su nombre y algo cálido invadió su interior siendo luego aplastado por el otro cuerpo y luego desplazándose a su lado, arrastrándolo en el proceso. Ahí, envuelto en un abrazo caliente se quedó dormido.
Unos rayos colándose por una ventana hizo que entreabriera los ojos molesto. Estiró los brazos y piernas y descubrió que no había nadie más en la cama. Se sentó alarmado, tratando de escuchar cualquier sonido que advirtiera que Joon todavía estaba ahí pero fue en vano. Miró la hora en el celular, eran las nueve de la mañana. Joon ya debía estar en el avión de regreso a Jeju. Se levantó para buscar los bóxers y se los colocó. No pudo evitar sentir un dolor en el pecho al pensar que sólo había sido la diversión de la noche. Estaba terminando de vestirse cuando golpearon la puerta de la suite anunciando un servicio a la habitación. Lo dejó pasar confundido mientras observaba el carrito de desayuno. Se sintió algo aliviado al saber que al menos le había enviado el desayuno antes de desaparecer de su vida. Levantó una de las campanas para saber qué tipo de comida tendría cuando le tomó por sorpresa un sobre blanco con su nombre escrito. Lo abrió lentamente y no pudo evitar que la emoción lo embargara a medida que lo iba leyendo en voz alta:

“Querido Mir:
                       Dormías tan pacíficamente que me pareció un pecado despertarte cuando me tuve que ir. Quiero decirte que fue la noche más maravillosa que viví en mi vida. Si tuvo el mismo valor para ti, te pido que me esperes. En cuanto termine con unos negocios pendientes volveré para llevarte a mi lado. Sólo espero que puedas creerme cuando te diga que quiero estar contigo para siempre y me aceptes, a pesar de lo breve que fue nuestro encuentro, mis sentimientos son auténticos.
                                                                                                                           Sinceramente tuyo, Joon

P.D: Si no quieres esperar a que vuelva y quieres verme, busca en el sobre y encontrarás un pasaje a Jeju para esta misma tarde. Mis datos, ya los tienes gracias a la Galería”.

Mir se sentó con una sonrisa en los labios mientras tomaba el café y comía las tostadas. Y de vez en cuando seguía escribiendo la carta de renuncia a la Galería con el papel de anotaciones que encontró en la suite. Puede que pareciera impulsivo, pero alguien le susurraba que estaba haciendo lo correcto. Alguien como el Destino.
FIN

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