Mir llegó a su departamento a las seis de la tarde. Se
sirvió una taza de café y se desplomó en la silla. Levantó la vista y comenzó
contar. Cinco, cuatro, tres, dos, uno y ahí estaba. La persona del departamento
de enfrente abría las cortinas, iba hacia la heladera y sacaba una botella.
Mir llevaba un mes trabajando como pasante administrativo en
Shilla Hotel en Jeju. Una de las ventajas de haber conseguido la más alta nota
en su universidad durante su segundo año de administración. Lo normal hubiera
sido aceptar una propuesta en Seúl, en alguna gran empresa pero no quería
desperdiciar el verano encerrado en un gigantesco edificio y luego salir a las
calurosas calles. Y ahora más que nunca no estaba arrepentido. Sobretodo por la
persona que estaba mirando desde su cocina. Hacía tres semanas se había
acercado a descorrer las cortinas de la cocina para poder revisar unos papeles
y ahí estaba, y desde entonces había sido como un imán, no podía apartar los
ojos de aquella persona. Según sus recientes observaciones (que podría
calificarlas como trabajos de espía), a esa hora se levantaba para ir a
trabajar al complejo. Era una lástima que tuviera un horario opuesto al suyo,
porque como pasante siempre estaba recorriendo el lugar, tratando de ubicar al
supervisor para mostrarle algún papel o lograr que firme algo. Así fue como
conoció a Thunder, asistente del supervisor. Luego de verlo casi todos los días
y de compartir un poco el "sufrimiento" de perseguir al Supervisor
por todos lados terminaron haciéndose amigos. Y para su sorpresa el asistente
vivía encima de su departamento, exactamente en el sexto B de la Torre Norte. Sonrió mientras
seguía viendo al objeto de su interés. Esa era otra de las ventajas de la
pasantía en Shilla, los empleados vivían en las torres ubicadas dentro del
complejo y él podría observar por al menos dos meses más a aquella persona que
vivía en el cuarto C de la Torre Sur.
Si al menos pudiera cruzárselo y aunque sea escuchar su voz sería perfecto. No
se animaba a más, toda su vida había sido un muchacho tímido que tenía una
noona que lo defendía. Por sí sólo no se atrevía a nada. Confesarse era algo
que estaba fuera de discusión, en una situación normal sólo sería un sí o un
no. Pero con la persona que estaba mirando, la situación sería complicada, no
sólo se expondría a una no aceptación de sentimientos, sino también al rechazo
y desprecio. Después de todo, estaba mirando a un hombre.
SeungHo tomaba su tan adorada taza de café de las seis de la
tarde. Disfrutaba de ese pequeño placer cada vez que se salía del edificio del
hotel. Nunca estaba desconectado del trabajo del todo (tenía que tener siempre
su teléfono a mano por si había una emergencia) pero estaba contento de estar
en el departamento. Su alegría sería completa cuando G.O volviera en un par de
horas de las cocinas. Ahora, luego de un mes, estaba disfrutando de estar en
Jeju pero al principio se había opuesto a la idea. Él trabajaba en las oficinas
centrales del complejo hotelero en Seúl como responsable del área tecnológica,
un puesto que había obtenido gracias a las recomendaciones de sus profesores
cuando se recibió de la universidad. Vivía con su novio de la secundaria que
ahora era un chef internacional que trabajaba para varios hoteles mientras
ahorraba para abrir su propio restaurant. No estaba en cuestión separarse de su
novio durante el verano, aunque se tratara de una de las nuevas siete
maravillas del mundo. Cuando volvió a su casa y le contó la oferta, G.O
preguntó inmediatamente si habría una vacante para él. Estaba más que dispuesto
a viajar y conocer uno de los mejores lugares turísticos. Y así fue como ahora
estaban aquí. Salió al balcón a tomar el delicioso aire del mar y vio que su
vecino de la Torre Norte
estaba ahí, mirando hacia el piso de abajo. Se preguntó cuánto tardaría el
tonto de su nuevo amigo Joon en darse cuenta que tenía un pequeño observador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario