martes, 17 de septiembre de 2013

Games (XII)

¿Todo vuelve a la normalidad?


SeungHo se metió en la ducha luego que G.O le hablara de una sorpresa. Mientras el agua recorría su cuerpo le vinieron a la mente imágenes de cierto baño en L.A. La piel tostada de Joon siendo mojada por la ducha mientras estaba apoyado en la pared, las piernas entrelazadas en su cintura, los gemidos cada vez que lo penetraba. Estaba tan impreso en su memoria que casi podía sentirlo ahí. Sacudió la cabeza y se refregó la cara enérgicamente, tal vez si se refregaba lo suficiente iba a poder olvidarse como seguramente Joon ya había hecho. Apagó el agua y comenzó a secarse. Lo más seguro era continuar su acuerdo con su mejor amigo. Joon era la fruta prohibida, la tentación suprema. Mientras iba a la habitación en busca de su sorpresa se prometió a sí mismo no buscar a Joon, aunque su cuerpo desee lo contrario.
G.O había apagado las luces de su habitación, de modo que cuando entró el líder se tropezó con los brazos de G.O que lo abrazaban por la cintura y luego lo besó apasionadamente, invadiendo su boca sin pedirle permiso con su hábil lengua y sacándole la remera rápidamente. Mientras lo mantenía distraído lo empujó contra la cama, haciendo que cayera. Se posicionó encima y siguió asaltándolo con besos, tomó las dos manos y las colocó por encima de la cabeza. Los gemidos que estaba dejando escapar SeungHo era una prueba que le gustaba ser tratado rudamente. Aprovechando la distracción coló una de sus manos debajo de la almohada y tomó una cinta de seda. Con mucho cuidado para no alertar al panda llevó el material hasta las muñecas y lo ató. Sintió que los labios del líder se separaban de los suyos mientras le sonreía traviesamente, él respondió haciendo el mismo gesto. Comenzó a besarle el cuello, succionando especialmente el lugar donde se unen el cuello y el hombro. Quería disfrutar como nunca tener a SeungHo a su merced, sólo para él. Subió un poco, le mordisqueó el lóbulo de la oreja y luego bajaba. Hizo lo mismo varias veces hasta que pudo sacar otra “sorpresita”. Vio que el líder tenía los ojos cerrados y rápidamente le colocó una venda del mismo material de la cinta, ambas rojo sangre. Sonrió nuevamente al ver su obra terminada y fue a prender la luz. Hizo todo a tal velocidad que su mejor amigo ni se enteró. Ahora que podía ver todo con claridad se sintió más excitado. La persona que más amaba yacía en su cama, atado y a su completa disposición. Pero aún faltaba algo para que la imagen perfecta y se apresuró a completar. Fue dejando besos y lamidas en los pezones de SeungHo mientras le sacaba el pantalón y los bóxers en un solo movimiento. Se detuvo un momento para contemplarlo. A sus ojos era la criatura más perfecta que había visto desnuda, tan blanco, tan puro y en este momento era suyo. Se acercó a los labios, recorriendo con la yema de los dedos una boca creada por los dioses y luego metió tres mientras con su otra mano tomaba el miembro del líder y comenzaba a masturbarlo lentamente ocasionando que SeungHo moviera las caderas para lograr el roce que necesitaba. Sacó los dedos y reclamó los labios que ya estaba extrañando, besándolo de una manera que sólo podía calificarse como demandante. Fue introduciendo los dedos en la entrada y moviéndolos hasta que no pudo soportar más y los sacó, sólo para reemplazarlo por su miembro. Comenzó a penetrarlo, lenta y profundamente. Escuchó el sonido de la puerta de la casa abriéndose, luego murmullos de pasos. Sabía quién era y agradeció haberse olvidado de cerrar la puerta. En ese momento escuchó los gemidos del líder y fue aumentando la velocidad, cada vez más rápido mientras se perdía en la deliciosa estrechez de SeungHo y el conocimiento de que ahora tenían un espectador.

Joon tuvo la impresión de dèjá-vu mientras miraba y escuchaba. Los gemidos, jadeos y la respiración entrecortada que recordaba perfectamente, luego la confesión de amor de G.O que sólo él conocía. En ese momento no le había importado pero ahora tenía una mezcla de rabia y frustración por lo que estaba presenciando en contra de su voluntad. Apretó los puños y se alejó. Ya en la puerta de entrada respiró hondo. Se prometió no volver a la casa a menos que supiera que estarían todos. Volvió a su departamento, se tiró en el sillón y suspiró. Sacó el celular del bolsillo y se dio cuenta que tenía un mensaje. Sonrió. Acababa de caer la carnada perfecta para atraer lo que más deseaba.

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